Tampoco fue éste el primer juego al que se jugó en mi NES, pero ya lo había probado antes en GameBoy y visto en recreativas. Su mecánica me pareció fascinante, hasta el punto que a veces cogía hojas con cuadrículas y me ponía a dibujar las distintas piezas encajando unas con otras y llenando páginas y páginas (bueno, igual no tantas).
Se trata del puzzle definitivo, ningún otro me ha cautivado tanto y no creo que lo haga. Sólo el Colums me parece un digno rival (aunque últimamente están saliendo algunos puzzles a los que hay que echarles un ojo).
Era el mismo Tetris de Gameboy pero con colores y nuevas músicas. Prefería la que sonaba en el juego de la portátil pero pronto me acostumbré y amé las nuevas músicas, sobre todo el segundo tema.
A pesar de que algunos amigos consideraban el Tetris un juego aburrido para mí no lo era (ni es) en absoluto. Recuerdo lo contento que me ponía cuando superaba un antiguo récord. Yo siempre he jugado a hacer el mayor número de líneas y no de puntuación, como extrañamente descubrí que hacía la gente. Para mí se trataba de llegar lo más lejos posible y no de cómo hacerlo.
Una de las formas que más me gustaban de hacer una línea (en este caso doble) era usando una pieza en L y hacer la línea con la parte de arriba y de abajo de la pieza. Recuerdo que le puse un nombre molón (para aquella época, claro) a esta jugada pero no lo recuerdo bien. ¿Era algo como 'strike'?
Rápidamente mejoraba mis registros, hasta que finalmente superé las 100 líneas. El desconcierto fue tal al ver que había vida más allá del noveno nivel que no duré mucho más. Pero hubo una recompensa: un diminuto cohete que despegaba desde un puesto de mando soviética y junto a una catedral ortodoxa, símbolo del juego. Pensé que era debido a que había llegado al nivel 10. Después de eso fui llegando más lejos poco a poco, descubriendo que a medida que avanzaba, cohetes más complejos despegaban.
Hasta que un buen día conseguí una marca que duró años: 163 líneas, y lo que despegó en aquel instante no fue el ovni que flotaba en el puesto de lanzamiento, sino la propia catedral. Aquello fue alucinante. Logré repetirlo algunas veces más, pero nunca superando el nivel 15. Hasta que en el año 2002 rescaté la NES del fondo del armario...
No puedo olvidarme del Modo B, el cual dejé de lado mucho tiempo mientras le daba caña al modo principal. En el Modo B la meta es hacer 25 líneas, sin que el juego cambie de nivel. Parece sencillo pero la cosa se complica cuando entra en juego el parámetro de la ‘altura’, con el que aparecen levitando y entorpeciendo el paso de las piezas unos molestos cuadrados. La recompensa por superar la prueba era un desfile de distintos objetos (libélulas, pingüinos, lanzaderas espaciales, zeppelines...) que dependían del nivel para su forma y de la altura para su número. Salvo en el noveno nivel, donde se establecía un escenario y según el nivel de la altura iban apareciendo más o menos personajes de Nintendo de aquella época primigenia. Recuerdo lo contento que me puse cuando superé el tercer nivel de altura y apareció Donkey Kong (no sabía quien era en ese momento, como los personajes que habían aparecido con anterioridad), tan contento que quería hacerle una foto a la televisión. No sé como me puse cuando superé el cuarto nivel de altura y apareció Bowser, el cual sí reconocí y al que solo vería una vez hasta años más tarde.
En 2002 cuando desempolvé el cartucho y empecé a darle duro al Tetris con vistas a superar mi récord, me di cuenta de que mi destreza no había decrecido con los años. De hecho algo tan sencillo como saber cuando pulsar A o B para girar la pieza en el sentido correcto, cosa que no me había atrevido a acostumbrarme de pequeño, fue realmente fácil. No me costó mucho tiempo superar mi anterior récord del Modo A, aunque sólo fuese por una línea. Me tomé tan en serio aquello, que comencé un txt donde anotaría todas las incidencias de futuros récord. Y así quedó perfectamente reflejado el avance, hasta que conseguí una impresionante cifra de 198 líneas. En el nivel 19 las piezas caían a una velocidad absurda, tan rápida que era casi imposible deslizar una pieza bajo otra, e imposible de llevar una pieza a un extremo de la pantalla si la altura era de poco menos de la mitad.
Es curioso como notaba un cambio brusco en la velocidad de las piezas entre el nivel 15 y el 16, que a menudo acababa significando el final de la partida, o al menos estropear lo que hasta el momento era una partida plácida. Pero el paso al nivel 17 no era mejor, no por el aumento de la velocidad que apenas se notaba, sino por la apagada paleta de colores que semiocultaba determinadas fichas. En cambio el nivel 18 era muy placentero, con una velocidad plenamente controlable y unos colores vivos que facilitaban la visualización de las piezas. Tanto me gustaba ese nivel que a veces empezaba desde allí y completaba todas las líneas hasta que pasaba a nivel 19 (creo que eran 130 líneas. Si empiezas desde el nivel 10 en adelante, los niveles se adelantan). Cada vez que conseguía vaciar la pantalla de piezas en mitad de una partida me invadía una gran satisfacción, como si Tetris ya no tuviese secretos para mí.
En el Modo B por fin conseguí superar el nivel 9 con altura 5 y ver a todos los personajes danzando gracias a mi esfuerzo (años atrás pude verlos gracias a un truco con la tecla select, gran olvidada de los mandos actuales de Nintendo), estos personajes eran Pit , Samus, Link, Donkey Kong, Bowser (Koopa), la Princesa Toadstool (Peach) y Luigi y Mario.
El Tetris es para mí el mejor puzzle que existe y el juego de NES su mejor versión (la de Gameboy tiene algún toque jugable que me gusta más, pero prefiero la velocidad del de NES. El Tetris DX me parece más completo pero con peor jugabilidad). Es el único juego que jugándolo en emulador pierde toda la gracia, porque aunque tengo la sensación de que la velocidad en los niveles es mayor, el nivel 19 es francamente más lento que en la versión de consola y muy cercano al nivel 18 de ésta. Pero gracias a eso descubrí que había más vida después del nivel 19, aunque la velocidad se mantenía constante durante 10 niveles, hasta que en el nivel 29 la velocidad ya era más parecida a la que tenía en mente.
Como nota final, mi pieza favorita siempre fue la T, tan versátil que podía colocarse en casi cualquier sitio. Sin embargo, como todo el mundo, me desquiciaba cada vez que me salía un cuadrado. Tuve que acostumbrarme a preparar siempre algún lugar donde colocarlo, ya que no era raro que te enviasen varios seguidos... Esto me recuerda que cuando la partida se complica y empiezas a acumular piezas esperando el palo o la L que te salve; siempre, siempre, dicha pieza sale una vez estás tan desesperado que has usado cualquier otra en el hueco preparado. A veces, si tienes la suficiente paciencia, la pieza aparece en el último momento.
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